jueves, 11 de febrero de 2010

Ney rosauro (continuación) entrevista

VP – Cuando nos conocimos, nuestras referencias musicales eran los Beatles, los Rolling Stones, The animals, The Clash. ¿Cuáles son sus referencias musicales hoy en día?


NR – Escucho mucho a Bach y Villa-Lobos, pero oigo todo tipo de música, todo lo que envían a mi casa, sea música popular, erudita, world music, música experimental. Soy muy abierto ante la diversidad. Sin embargo, a partir de un determinado punto, puedo convivir más con mi propia música.

VP – ¿Cómo definiría su música en este variado espectro musical?

NR – Salí de la época de los Beatles para encontrar un tipo de expresión distinta de la que estaba habituado. Cuando empecé con la música erudita, fui a estudiar a Alemania y pronto encontré ese negocio de música de vanguardia, de ser moderno por ser moderno. Hasta estudié composición, pero no me identificaba con aquel falso modernismo. Era sincero para ellos, pero no para mí. Entonces, traté de buscar mi propia forma de expresión. Hoy, mi música tiene los elementos de la música clásica, pero se aproxima más a la música popular.

VP – ¿Cómo consiguió hacer la síntesis entre géneros aparentemente tan opuestos?

NR – Fue algo que fue brotando y madurando poco a poco. La gente va encontrando un estilo, una forma de decir las cosas. La percusión es creativa, permite usar instrumentos variados y producir algo innovador.

VP – En sus composiciones es posible percibir un carácter regional brasileño bastante marcado. A pesar de vivir en el extranjero, ¿Brasil continúa próximo?

NR – Yo me defino, por encima de todo, como un compositor brasileño, aunque haya construido prácticamente toda mi carrera en el exterior. En Brasil nunca ha sucedido nada.

VP – ¿Desde cuando está trabajando fuera de Brasil?

NR – Empecé mi carrera internacional en 1985, poco a poco. La inicié en Alemania, cuando vivía allí. Después hice un doctorado en los Estados Unidos. No obstante, en mi trabajo internacional continúo siendo un compositor brasileño, y me remito, con frecuencia, a nuestras raíces musicales. Residí, más tiempo que en Porto Alegre, en Brasilia, y allí aprendí la «nortestinidad» del pueblo brasileño, ritmos, escalas, melodías del Nordeste. Pero también recorro con frecuencia a las referencias gauchas y del norte.

VP – ¿Eso no dificulta su comunicación con el público extranjero?

NR – No. Eso me da una identidad única. Una parte de la buena aceptación de mi música viene de esas referencias nacionales. Ellos me reconocen como el brasileño que hace percusión.

VP – ¿Pero entienden cuando está haciendo una citación nacional? ¿El público consigue comprender que está hablando de Brasil, un país que aún vive un cierto aislamiento del mundo?

NR – Es cierto. Sin embargo, creo que nadie tiene una cultura tan blanda para entender por completo las otras culturas. Cuando escuchamos una referencia a algo que viene de la India, no sabemos la diferencia, pero entendemos que es algo hindú. Identificamos el país, aunque sin reconocer su estilo. por ejemplo, si yo toco un «baião», o un ritmo más «sambado», un «xote», eso identifica a Brasil, pero ellos no saben exactamente de donde vienen esos sonidos.

VP – Y durante el trabajo como profesor en la Universidad de Miami, ¿cómo aprendieron los alumnos esas relaciones?

NR – Bien, también trato de enseñar música brasileña a los alumnos que estudian regularmente conmigo. Me gusta mostrar la pandera, por ejemplo, e interpretar los ritmos de Brasil. Tengo muchas músicas pedagógicas, iniciales, que son en ritmo de «baião», de samba, o de otros ritmos brasileños. Ellos van comprendiendo mi estilo y, a través de éste, conocen elementos importantes de nuestra música.

VP – ¿Ha seguido de cerca la música brasileña?

NR – Tengo mis conceptos, conozco los principales ritmos, pero no la sigo tanto como antes. En parte, porque no encuentro nada que me despierte un gran interés.

VP – ¿La bossa nova aún es referencia en el exterior?

NR – Ese negocio de world music se está desarrollando cada vez más. Así como el inglés, el idioma internacional de la música y el jazz. Entonces, queda un jazz americano, un jazz abrasileñado, que ellos llaman bossa nova, que es un «brazilian jazz», que puede ser más «bossanovado», «baiãozado», pero que mantiene la identidad de Brasil. Creo que no llega a ser bossa nova. Esa música brasileña utilizada está más para world music.

VP – En Europa, por ejemplo, es representada en todas partes.

NR – Es verdad. Son usadas como música de ascensor, de aeropuerto y de bar. La música brasileña hoy tiene una aceptación internacional y es de las más oídas.

VP – ¿Cómo fue el paso del bajo eléctrico hasta el instrumento que toca actualmente?

NR – Por encima de todo, siempre fui un músico. Comencé a tocar el bajo, la guitarra y después, cuando entré en la universidad, toqué el violín, la flauta, la mandolina. Todo eso me dio un cierto bagaje cultural. También fui maestro de coro durante muchos años, y eso aún hoy me ayuda a escribir música para orquestas y coral.

Cuando estaba casi formándome en la UNB (Universidad de Brasilia), en Brasilia, conocí la percusión. En Río de Janeiro descubrí a Luis Anunciação, de la Orquestra Sinfónica Brasileña, tocando la marimba. Yo tenía 24 años, y aquello me apasionó. Me dije: «Voy a parar de tocar todo el resto y voy a ser marimbista, estudiaré percusión». Estuve dos años más yendo de Brasilia a Río en autobús, más de veinte horas de viaje cada vez, estudiando con esa figura. Después, conseguí una beca y me fui a Alemania. Allí me establecí, pasé de roquero a músico erudito. No quería tocar más por la noche. Pasé a seguir una carrera académica.

VP – ¿Ya se había sumergido en los tríos eléctricos?

NR – No, eso fue antes. Primero salí del rock, y después descubrí la música brasileña, el «baião». Entonces hice el primer trío eléctrico de Brasilia, el «Flor de Planalto». Empecé a trabajar en el trío eléctrico y por la noche, después de tres años tocando horas y horas para los individuos bebidos, enloquecí y hablé: «No quiero pasar el resto de mi vida así. Me voy a la universidad. Hasta Administración de Empresas es mejor que esto. Abandoné todo y reinicié otra carrera».

VP – ¿Cuándo empezó a componer?

NR – Empecé con Roberto Marcon, y con Nãsh Las-Casas. Los «profundos de la Bordini», nuestros vecinos y amigos del barrio Floresta, en Porto Alegre, hacían la letra y la gente iba musicando. Aún era muy joven, ellos iban componiendo y yo iba aprendiendo. Después pasé a componer mis propias canciones. Esa raíz quedó. En Brasilia fue para valer, como una fuerza que va evolucionando y transformándose, pasando por varios estilos. Cuando estudié composición en la universidad no podía hacer eso, tenía que aceptar aquellas locuras, intelectualoides, lo que detestaba.

Cuando me formé en composición, no quería más ser compositor, estaba harto. Ellos consideraban que lo más importante era llamar la atención del público: romper las estructuras era más importante que la música en sí misma. Cualquier composición que tuviera melodía no era buena. Fue cuando compuse el Concierto para Marimba. Mucha gente me decía: esa música es muy convencional, es del siglo pasado. ¿Por qué? Porque tenía ritmo y melodía. Era agradable para los oídos. Eso fue a partir de los 80.

VP – ¿En cuántos países ya ha tocado?

NR – En más de 35 países. Ahora voy a tocar en Hong Kong, y después voy a Japón, que es el mejor mercado después de los Estados Unidos. Voy a pasar un mes allí, donde ya estuve cuatro veces.

VP – ¿Dónde sintió más facilidades para comunicarse?

NR – En todos los lugares. Hay diferentes niveles, pero siempre he sido bien aceptado. ¿Quién está componiendo música brasileña para marimba y vibráfono? Usted toma Japón: cuatro o cinco nombres; otros diez en los Estados Unidos; en Europa, diez más; en América Latina, uno o dos. Brasil tiene mi nombre. Mi trabajo está situado en ese nicho.

Tengo métodos pedagógicos publicados para tambor y para teclado que son únicos. Nunca se venderán en Brasil, porque aquí todo el mundo copia. Mantengo la edición de bolsillo sólo para no decir que ya murió, porque ése es el país de la piratería. En América Latina y en China, la piratería es muy común. Fui a un festival en China y vi a cien personas tocando mi concierto de marimba, y no encontré ninguna partitura original, todo copia. En los otros países es diferente.

VP – ¿Ya ha tocado en Cuba?

NR – Sí, en Matanzas. Fue la experiencia más increíble. Cuando entré para tocar los músicos se levantaron. Pregunté: «¿Ué, por qué». La explicación era que yo les había mandado sólo una parte de cada instrumento, ellos tenían que fotocopiar todo, pero no había fotocopiadora en Matanzas. Tuvimos que mandar el material a La Habana, al Ministerio de Cultura, pero allí la fotocopiadora también estaba estropeada. Así que fui obligado a tocar con una orquestra bien pequeña. Buenos músicos, pero funcionarios públicos sin un gran interés. Después, presentamos el mismo concierto en La Habana. Allí, la escuela de música es increíble, y usaba la sede del viejo Country Club de los americanos, de antes de la revolución. La sala de conciertos es un restaurante que tiene los vidrios de cristal enormes, y es toda de mármol. Todo muy absurdo. Los cubanos son excelentes músicos, pero son sufridos.

VP – ¿Cree que ha superado la marca del exotismo y de la tropicalidad?

NR – La percusión brasileña tiene el exotismo en su propia esencia. Cuando toco, me quedo a gusto, no estoy «sambando», pero me estoy moviendo, expresando alegría, tristeza. Es diferente con los músicos asiáticos o europeos.

VP – En su música se percibe esa combinación de colores vibrantes, características que son identificadas con el arte brasileño. Al mismo tiempo, hay un gran espacio para la expresión de un sentimiento casi suave.

NR – Hay un balanceo. El movimiento del medio es muy bonito, pero queda más apasionado si los movimientos anteriores y los que se siguen son más agresivos.

VP – ¿Quién son los alumnos en Miami? ¿Son latinoamericanos?

NR – De todas partes. En mis viajes, no dejo de invitar a nuevos estudiantes. Ya he traído alumnos de Japón, Colombia, Nueva Zelanda. Si el sujeto tiene talento, encuentra su lugar en los Estados Unidos. Actualmente, el curso tiene 35 alumnos, y 30 de ellos son americanos. De esos, cerca de 15 son de origen latino, que obtuvieron el graduado escolar en el país.

VP – ¿Cuáles son las posibilidades que ve para la música erudita? ¿Comparte la opinión de la corriente que dice que los discos de música erudita ya forman parte del pasado? ¿Qué influencia ejerce Internet?

NR – Necesito creer que la música erudita va a sobrevivir aunque la música disco y el rap, por ejemplo, continúen creciendo radicalmente. Y que los discos desaparezcan. No soy adivino, pero observo que el ambiente musical está totalmente diferente de aquel que conocí cuando inicié mi carrera. Hasta donde vamos, no lo sé.


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